El Festival Cultural y la venta de nuez

Escrito por el 10 de agosto de 2024

El nogal se cosecha cuando la cáscara, generalmente carnosa y perfumada, negruzca al interior, verde suave con textura lisa por fuera, se abre, dejando la nuez expuesta. “Las guardamos 8 o 6 días, según como esté partido el árbol. Después se revisan los costales y se tiene que ir limpiando una por una. Se va juntando y hacemos nuestra carga. Se tienen que lavar y seleccionar por tamaño, después de eso ya la podemos llevar a la venta”. 

Los nogales se apartan desde mayo, a veces más tarde, ya que los dueños de los árboles, algunos de los municipios de Amecameca, Tepetlixpa o Atlautla, confían en la continuidad del trato anual. Se los guardan, comparte una vendedora de nuez.

– Cuando cosechan, ¿lo hace sola o con su familia?

Hay que buscar trabajadores. Dependiendo, a veces para un árbol son dos o tres personas, porque se tiene que cortar, sacudir y juntarla”.

Es mejor cosechar en la mañana, por “el tiempo, que luego llueve”. En ese momento también se seleccionan y se separan: las que traen pedazos de cáscara, las que la conservan completa y las limpias. “Hace como quince años -comenta Concepción- entró una plaga, un gusano que está en la cáscara verde y ese gusano hace que se manche la nuez. Quienes cuidan sus árboles sí los fumigan, los abonan. Pero hay personas que no”.

Concepción también es de “las antiguas”, dice María, mientras dirige la mirada a otras dos compañeras de Tepetlixpa: Joaquina y doña Mago. Las “antiguas” es el término que asignan las vendedoras a quienes han vendido nuez en Amecameca desde hace más de cuarenta años, algunas antes de la creación de la feria dedicada a este fruto. Concepción y María viven en la cabecera de Amecameca y llegan alrededor de las siete de la mañana a su puesto, pero la afluencia es muy baja, relata. 

Este año la entrada al recinto luce una representación a escala del Arco de San Sebastián de Aparicio, una construcción del siglo XVII, ícono del patrimonio material amecamequense. Al cruzar por debajo del arco, en un costado del letrero de grandes dimensiones con el nombre del municipio, se despliega una hilera continua de sombrillas rojas y costales de nuez, que durante el transcurso del día se extiende sobre el corredor con la llegada de más vendedoras. María ha llegado a contar hasta cuarenta compañeras en esa sección dedicada a la nuez. 

“Antes se vendía más”, recuerdan. “Nosotros vendemos desde 1980 -relata María-. La feria la hizo el señor [Daniel] Reyes Valencia, cuando entró de presidente. Desde ahí se ha hecho la feria. Pero ahora quedamos mal, porque no se ha vendido la nuez”. 

Desde la organización de la primera de la feria municipal de la nuez a inicios de la década de los ochenta, hasta la actual operación estatal y local como festival, la intención se ha mantenido expresa: “impulsar el desarrollo económico de Amecameca”. El Festival se ha formulado como plataforma para promover la imagen de la comunidad como destino turístico histórico, natural, rural, paisajístico, gastronómico, y así atender a la política nacional que aboga por mantener consolidada esta actividad en sus diferentes modalidades como un eje económico prioritario que generacondiciones de bienestar para los mexicanos. Así se presenta también la intención de revitalizar la identidad local para competir por los recursos estatales y federales destinados a las actividades masivas que los ayuntamientos gestionan.

– ¿Siempre ha vendido en Amecameca o también en otros lugares? 

En otros lugares. Por ejemplo en la Ciudad de México se vendía en el Mercado de las Flores. Luego nos pasaron a la calle Limón y ahorita están en San Ciprián. Vamos a vender a Ozumba también y al Popo”. 

– ¿Antes vendían más?

“Sí, diario nos llevábamos a la Ciudad de México como 15 o 17 costales. Doce o trece según como estuviera la cosecha. Nos teníamos que ir a las cuatro de la mañana. Llegamos a comprar la cantidad de cien árboles, de diferentes partes”, la mayoría en Santiago, Chalma y Zentlalpan, delegaciones de Amecameca, narra Concepción. 

Alternando entre la oferta de nuez a las personas que pasan junto al puesto y continuar su narración, María recuerda que antes los visitantes compraban hasta la cáscara de la nuez, “porque luego la ocupan como medicina. La cáscara sirve para las infecciones en las heridas. Se toma en té también, como remedio y sabe como a té de canela. O también para la pintura del pelo”. A ella la “metieron a la chinga, a limpiar la nuez” recién que se juntó a los veinte años. Llegó a vender hasta cincuenta millares de nueces, que representa un aproximado de veinte costales. La venta se redujo y en su puesto tiene más o menos la mitad de lo que recuerda que vendía.

En el Estado de México, Amecameca figura en los primeros lugares de los municipios con vocación productiva de nuez, enlistandose después de Atlautla, Villa de Allende y Tenango del Valle, que producen 63, 47 y 41 toneladas de nuez al año respectivamente. Las y los amecamequenses producen el 14.23 por ciento de la nuez en la entidad con 35 toneladas anuales, de acuerdo a la Unidad de Información, Planeación, Programación y Evaluación de la Secretaría del Campo estatal en un informe de 2022

La pandemia obligó a suspender el Festival por dos años, esta sería la 41°edición. El actual recinto ferial en el que se convierten los “Campos deportivos del IMSS” difícilmente congenia por su tipo de suelo con el clima lluvioso. Aún con las posibles complicaciones, quienes operan juegos mecánicos o venden pasteles, panes, elotes, hotcakes, chiles en nogada, juguetes, licores, ganado y varios productos más, ajustan y adecúan sus lonas, escaparates, aparatos y cocinas para atender al turismo. 

Ambas mujeres recuerdan que, en algunas de las primeras ediciones de la Feria de la Nuez, los lugares no tenían costo, incluso se llegó a proporcionar stands de buen tamaño a cada una de las vendedoras, también sin costo. “Aquí no sé cuánto pagó mi hijo”, dice María. 

“De allá sí están bien caros -dice apuntando al complejo del recinto-. Cobran caro. Todo eso hay que ver. Hay que saber para vender, porque también se gasta. Los stands están a cinco mil, ocho mil, depende el ancho que esté”.

-No le conviene.

“No sale, no me conviene. Sale caro”. 

-¿Usted elige el lugar?

“No, nos ponen los de la presidencia. Ahorita nos pusieron así y corrimos con suerte, porque nos dieron un paraguas”.

Son comunes los reclamos sobre el estado de los campos del IMSS cuando sorprende la lluvia. No obstante, se fortalece la propuesta de su idoneidad, por la fluidez del transporte público y privado, la prevención de accidentes y la explotación del paisaje natural, histórico e identitario para enmarcar la turistificación del patrimonio cultural sobre la promoción del producto protagónico. 

Pero cuando llueve, no todos son afectados de la misma manera. El Festival está dividido por secciones: una estructura enlonada y muy amplia donde se encuentra la exposición ganadera; el espacio abierto para los juegos mecánicos; dos o tres pasillos con productos variados, cubiertos por los manteados de los propios comerciantes; el arcotecho con escenarios en sus dos extremos; puestos de comida a un costado del arcotecho; el corredor principal donde se ofrecen licores, panes, artesanías, entre otros productos, formado por una hilera de carpas plásticas de color blanco bien iluminado y, por último, un pasillo de sombrillas rojas bajo el borde de la techumbre de una primaria.

-Y aquí, ¿cómo le va con la lluvia?

“Del cocol porque nos mojamos –contesta entre risas– Pero también hace falta para el elote, la haba”

La lluvia enlama la nuez, “debe ser así güerita, limpiecita. Si la dejamos mojar se aguachina y se hace fea. Si no la dejas mojar te dura un mes”. Y si se pela dura hasta un año. “La metes en el congelador como paleta y cuando la vayas a ocupar la pones en baño María”. Con un tono mediador, Concepción dice que la presidenta sí ha ayudado. Que al inicio de la organización de esta edición del festival se planeó que las vendedoras de nuez se colocaran en un espacio con techo, más cerca de los escenarios, pero no cupieron. “Por eso nos dieron los paraguas”. 

-En otros años, ¿más o menos cuánto les han cobrado por el lugar?

Entre cuatrocientos y ochocientos pesos”.

 

 

En 2019, Amecameca aparecía en el tercer puesto de los municipios con vocación en producción de nuez. La lista de 2022 la colocó en el número cuatro, aún con el impulso gubernamental a la imagen de la nuez como emblema identitario, natural y económico.

Las autoridades del gobierno municipal han indicado que en lo que va del festival han contabilizado un promedio de cinco a quince mil visitantes. Es visible el reto que implica transformar el espacio a una modalidad festiva que convoque a buena parte de visitantes locales y foráneos en un entorno de participación económica o lúdica. La calidad del festival depende de la disposición de los públicos. Bien puede ser un espacio oportuno para estrechar lo común, los vínculos y compartir experiencias como formas de sociabilidad; transformarse en plataformas funcionales para la economía local o articularse a modo de vitrina para la experiencia turística.

Ahorita van a llegar porque viene el Lupillo [Rivera]. Nada más por eso va a venir harta gente al rato, si no, ni se aparecen. Nada más cuando viene algún artista”.

-¿Y cuando vienen los artistas reconocidos usted vende más?

No, sale lo mismo porque la gente va a ver lo que hay para que llegue el turismo. Y luego si está lloviendo, peor. Ya no compran. Le corre la gente”.

-¿Qué podría hacer el ayuntamiento para que vendan más?

Que nos dejaran el centro y no hicieran tanto gasto a lo tarugo, porque se gasta en balde. Es un gasto muy grande”.


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